jueves, 10 de diciembre de 2009

[FanFic de Naruto] Asesino Suelto - Capítulo 7

La misión duró tres días pero resultó excesivamente tranquila a pesar de haber sido clasificada en nivel C. Por mucho que se hubiese pensado que podrían recibir un ataque para robarles el objeto, nunca se encontraron con nadie. Y eso hizo que Hibiki estuviese deprimido, y por contra, Len estaba contento, porque le gustaba que las misiones fuesen tranquilas, y pese a que le encantaba cabrear a Hibiki y pelear con él, detestaba la preocupación que resultaba de tener que jugarse la vida en una batalla. En eso era como su padre, porque quería evitar todo lo que fuese problemático, a excepción de molestar a Hibiki. Yui, por su parte, estaba más preocupada por saber que ocurriría si Hibiki se reencontrase con su padre, pero tras llegar a la villa pronto se olvidó de eso cuando un hombre les hizo pararse.

- ¿Inuzuka Kiba?
- Sí.
- Tú y tu equipo debéis acudir de inmediato ante el Consejo.
- ¿Se puede saber la razón?
- Lo desconozco, pero mis órdenes son llevaros.

Tras el asesinato del señor feudal y la huida del Hokage, el Consejo Ninja se convirtió en la máxima autoridad en la villa, siempre bajo el estricto control del propio señor feudal del país del Fuego. Ellos eran quienes tomaban las decisiones acerca de a quien correspondía realizar las misiones de rango A y S, y por ello resultaba muy raro que se reuniesen con un grupo genin como el lideraba Kiba. Las reuniones del Consejo se celebraban en una gran sala del edificio que durante décadas fue la residencia de los Hokages. Allí y bajo la atenta mirada de sus miembros, el equipo de Kiba se sentó.

- Inuzuka Kiba, Nara Len, Asano Yui y Hyuga Hibiki. Se les ha ordenado acudir para aclarar cierto incidente.
- Según lo que escribió en el informe de la misión, señor Inuzuka. - continuó otro – Tras librarse de los bandidos que debían capturar para cumplir con la misión, decidieron perseguir a un desconocido.
- Así es. Pero le perdimos la pista.
- En toda la villa es conocida la gran habilidad de rastreo del clan Inuzuka, y especialmente la suya, Kiba. ¿Pretende que nos creamos que el desconocido huyo tan fácilmente? - los tres genin miraron a su maestro intrigados por saber lo que respondería
- Me alaga su valoración sobre mi, pero incluso mi olfato puede ser burlado con la suficiente habilidad.
- Tomando eso como cierto... - el consejero se inclinó hacia delante mirando a Kiba de forma directa – entonces no sabe nada acerca de un grupo ANBU que abandonó la villa la misma noche que comenzaron su última misión ¿verdad?
- Si como ha dicho ya habíamos empezado la misión, entonces ya estábamos cerca de nuestro destino. No puedo saber lo que hace un grupo de ANBU que abandonase la villa a esas horas estando tan lejos.
- Tiene razón... es difícil que pueda saber nada sobre eso. Consideraremos entonces que no tiene nada que ver con ellos. Pero ellos se niegan a dar ninguna información acerca de que hacían fuera de la villa y contra quien se enfrentaron. Agradeceríamos cualquier información que pudieses darnos.
- Lo siento pero no se nada, al fin y al cabo acabamos de llegar. Y si no tienen nada más que decir, nosotros nos...
- No tan deprisa – el que interrumpió la discusión era un hombre joven que acababa de entrar en la sala y que en su cintura portaba el símbolo del fuego -. He hecho unas investigaciones y he podido saber que a esos ANBU les derrotó una persona en concreto. Por eso, y por la seguridad de su grupo, a partir de ahora se limitarán a realizar misiones dentro de las proximidades de la villa.
- De acuerdo – Kiba prefería no negarse para evitar que sus alumnos escuchasen el nombre del que derrotó a los ANBU
- ¡Me niego! - las palabras de Hibiki resonaron en toda la sala
- Hibiki, compórtate.
- ¡No! ¿¡Quién fue el que derrotó a esos ANBU!? ¿¡Quién pudo ser, como para que tengan que mantenernos bajo control!? O mejor, ¡para controlarme a mi!
- Ju – una leve risa salió de la boca del consejero -. Fue Uzumaki Naruto. - Hibiki esperaba esa respuesta, pero aún así se quedó sin saber que decir - Ahora que ya lo sabéis, limitaos a seguir nuestras órdenes y manteneos siempre en las proximidades de la villa.

El grupo abandonó el edificio en silencio. Kiba decidió llevarles a cenar para intentar cambiar de tema, y quitarle hierro al asunto. Pero sus intentos fueron en vano. Los tres genin estaban molestos por como les habían tratado.

- Ese hombre – comenzó Len -, era uno de los Doce Protectores ¿verdad?
- Sí. También pertenece a ellos, al igual que tu padre. Pero el que habéis visto es uno de los más cercanos al actual feudal.
- ¿Por qué nos lo ocultaste?
- ¿De qué hablas, Hibiki?
- No se haga el tonto, maestro. Leí lo que ponía en la nota y... – Kiba le tapó la boca y empezó a olfatear el aire - ¿pero qué hace?
- Asegurarme de que no nos están espiando.
- ¿Qué?
- Si has leído la nota y has descubierto lo que ponía, entonces es mejor que nadie más lo sepa.
- Entonces, ¿por qué nos lo ocultaste?
- No quería que ponerte en peligro. Si tu padre te hubiese visto podría haber intentado llevarte con él.
- ¿Y por qué nos mantienen en la villa? ¿Acaso piensan que así voy a estar más seguro?
- Ojala fuese eso, Hibiki. Pero si te soy sincero, creo que esperan usarte como cebo para atraer a tu padre y capturarle.
- Pero... ¡eso no tiene sentido!
- Puede que para ti no, pero ellos lo ven de otra forma.

Kiba siguió hablando un buen rato con sus alumnos, hasta que cada uno se fue a su casa a dormir.

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Después de que el grupo de Kiba abandonase la sala del consejo, sus miembros siguieron hablando.

- El chico es demasiado escandaloso.
- Es posible, pero nos vendrá bien como cebo. La captura de Naruto es nuestra prioridad.
- Recordad las órdenes del señor feudal – dijo el miembro de los Doce Protectores -. Necesitamos a Naruto vivo.
- Tranquilo – continuó un anciano -, a nosotros tampoco nos hace gracia perder al Kyubi. Haremos lo que sea necesario para recuperarlo.

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Al día siguiente, Kiba había quedado con su equipo para entrenar en el bosque, dentro de las murallas de la villa. Hibiki no pudo dormir mucho y estuvo entrenando un buen rato con Neji. El jounin seguía siendo un rival imposible para él, y por mucho que lo intentase era incapaz de acertarle un solo golpe. Sin embargo, y a pesar de su diferencia de nivel, Neji le enseño varias técnicas del clan, que a su edad él ya controlaba. Hibiki las realizaba con bastante habilidad, pero Neji le advertía que sus golpes deberían ser más rápidos si quería acertar en los puntos de chakra con precisión. Al cabo de un rato, Hibiki abandonó la casa y se dirigió a la zona de entrenamiento. A rápidos pasos, Hibiki atravesó la villa hasta el bosque y entonces escuchó a alguien entrenando. Por curiosidad, se acercó. Era Misao, estaba sola entrenando el lanzamiento de shurikens.

- Qué guapa es – pensó Hibiki -, su pelo negro, su forma de moverse, su voz, sus ojos rojos... ¿eh? - Hibiki se restregó las manos por su ojos para aclararse la vista y después volvió a mirar – Habrán sido imaginaciones mias – la última frase la soltó en voz alta.
- ¡Tú! – dijo Misao al oirle -... Te llamabas Hibiki ¿verdad?
- No... digo sí... quiero decir que no te estaba espiando ni nada parecido. Solo iba a entrenar. - aunque el otro día fue más decidido, Hibiki no quería que Misao le atizase un nuevo puñetazo
- La verdad... la verdad es que no me importa que mires – Misao giró su cabeza con la cara colorada.
- ¿En... en serio? Yo... bueno... - Hibiki miró para otro lado para que no le viese que estaba colorado
- ¡Hibiki! - el grito de Kiba sonó cerca - ¡Se que estás cerca! ¡Ven a entrenar de una vez!
- Parece que te llaman...
- Sí... bueno... hasta luego, Misao – y Hibiki marchó rápidamente al encuentro de su grupo.

Durante toda la mañana el grupo de Kiba entrenó duramente, y al mediodía Kiba les dijo que tendrían una misión por la tarde. Era muy sencilla, casi podría decirse que demasiado pues se basaba en la búsqueda de una mascota perdida. Un perro que se había escapado y que muy posiblemente estuviese perdido en el bosque. Hibiki estaba cabreado porque con la decisión del Consejo solo podrían realizar misiones del rango más bajo, ya que las de rango C solían requerir abandonar la villa. Tras comer el grupo volvió a reunirse y una vez que estuvieron en el bosque comenzaron la búsqueda. Kiba decidió dejarles todo el trabajo a sus alumnos para que por lo menos pudiesen utilizarlo como entrenamiento. Además Kiba sabía que el riesgo era mínimo porque había detectado a al menos dos ANBU vigilándoles. ¿Realmente pensaban que Naruto intentaría recuperar a su hijo, o había algo más que él desconocía? Decidió que era inútil sacar conclusiones. Yui encontró el rastro del perro y fue entonces cuando Hibiki usó su Byakuran. El perro estaba cerca, y sería muy sencillo capturarle. Hibiki les dio las indicaciones a Len y a Yui, mientras el continuaba vigilando. Yui se acercó por el lado derecho del perro pero este la esquivó y escapó, o eso pensaba, porque había caído directamente en la trampa, ya que en esa dirección estaba Len que lo capturó con su sombra.

- Misión completada – Len estaba satisfecho.
- Bien hecho, chicos. Ahora llevaremos al pequeño a la villa y...

Antes de poder terminar la frase, Kiba detectó algo. A los dos ANBU que les seguían les había pasado algo, Kiba utilizó de inmediato su olfato y fue entonces cuando se dio cuenta de que el plan del Consejo parecía que había funcionado. Naruto estaba cerca. Kiba se inventó una mentira para que sus alumnos volviesen a la villa sin él.

- ¿Qué pasa maestro?
- Nada, es solo que estoy cansado de que esos ANBU nos sigan. Id volviendo a la villa. Yo voy a hablar con ellos – la mentira era demasiado forzada como para que todos sus alumnos picasen, pero...
- De acuerdo, nos iremos adelantando – dijo Hibiki

Los tres empezaron a moverse hacia la villa con el perro, mientras Kiba y Akamaru avanzaban hacia Naruto. Cuando Kiba estuvo lo suficientemente apartado, Hibiki se detuvo.

- Ya pensaba que te habías creido lo de Kiba – dijo Len.
- No. Pero si quiero acercarme, tengo que hacerlo sin que sospeche.
- Pero te detectará con el olfato.
- No necesariamente – Hibiki sonrió -. El viento viene hacia nosotros así que nuestro olor no le llegará tan fácilmente, y seguro que estará tan preocupado por el combate que no se molestará en intentar detectar nuestro olor.
- ¿Y qué pasa con los ANBU que nos seguían? - se preguntó Yui
- No había ningún ANBU era una mentira.
- No es cierto, Len. Si que había dos ANBU siguiéndonos, pero desde hace un rato dejé de detectarles. Seguro que mi padre es el que se ha librado de ellos. - Hibiki apretó los dientes al recordar a su padre
- ¿Y tú les podías detectar?
- Puede que tus ridículas sombras no puedan, pero a estos ojos no se les escapa nada – Hibiki se señaló sus ojos blancos.
- Es posible, pero gracias a mi técnica te he salvado el pellejo en más de una ocasión.
- Ya basta chicos, no empecéis.
- Bueno. Llevad al perro a la villa mientras yo...
- De eso nada – interrumpió Yui -, nosotros te acompañamos. Al fin y al cabo somos un equipo.
- Pero...
- Yui tiene razón. Puede que no me guste complicarme la vida con peleas peligrosas, pero aunque me cabrees, eres nuestro compañero – Len le dio un suave puñetazo en el hombro a modo de complicidad.
- Gracias, chicos. Pero... ¿qué hacemos con el perro?
- No creo que pase nada por dejarlo un rato por aquí. Luego le volvemos a buscar y asunto solucionado.
- Eso nos traerá muchos problemas con el maestro – se lamentó Len -. Pero no nos queda otra.

Los tres genin se lanzaron hacia su objetivo en contra de toda orden y lógica.

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